Ya estaba cansada, me dolía todo el cuerpo, sabía que me iba a enfermar, mis pies se sentían helados y mi nariz fluía. Caminé durante 15 cuadras después de las peores entrevistas de trabajo que la vida había registrado, quería llegar a mi casa solamente y darme un baño, pero el transporte se detuvo por la intensidad de la lluvia. No me quedó de otra más que hacer tiempo, así que llegué a una cafetería para sentarme, secarme y poder entrar en calor. Todo mal, estaba empapada, enojada, frustrada y además varada hasta que la lluvia bajara y pudiera tomar el transporte.
Cuando entré todas las mesas estaban vacías; a lo lejos se oía el escándalo citadino y la frustración comunal.
¿Quieres una mesa?, suertuda, tienes de donde escoger, dijo la chica del café; tenía un aspecto interesante, hicimos contacto visual y noté que tenía muchos lunares; traía un paliacate rojo y el cabello subversivo chino; usaba muchos anillos y tenía tatuajes de estrellas en las manos.
Si, dije y me dirigí a la mesa del fondo, acomodé mis cosas y pregunté si podía usar el baño. Estaba hecha un desastre, parecía una sopa humana, el maquillaje se había corrido y mi cabello estaba prácticamente recién lavado. Me sequé con papel la cara, me retiré lo que quedaba de maquillaje y me quité el suéter casi hecho de agua.
En la repisa del baño había varios libros sobre constelaciones, una vela blanca, una amatista muy grande y varios sahumerios. Me caía bien la gente que no le teme a lo sobrenatural, que cree en las energías y confía en que los sahumerios pueden curar lo hostil del ambiente
Salí y me senté en la mesa, me das un latte con caramelo por favor, le dije a la chica, claro que sí, dijo ella sonriendo y se dirigió a la barra. Todo en ese café parecía un viaje en el tiempo, había vinilos viejos y un toca discos, luz cálida con tonalidades naranjosas que parpadeaban mucho, supongo por las fallas eléctricas causadas por la lluvia; había plantas por todos lados y varias fotos antiguas en las paredes; una pila de libros polvorientos no intencionalmente con un gato acostado cómodamente, era negro, por supuesto. Y aunque el lugar era un poco desalineado y lleno de clichés, me sentí segura y me senté.
Al poco rato llegó la chica de las estrellas tatuadas y me dio el café con una hoja de espuma decorativa como todo buen barista.
Los primeros sorbos me supieron a que estaba en el lugar correcto, sin prisas, sin ánimos tampoco, pero al menos no estaba ya bajo la lluvia. En el tocadiscos sonaba una canción de Creedence que mi papá escuchaba desde que tengo memoria; “who’ll stop the rain”, que aunque no habla de una lluvia real, si habla sobre la lluvia de sangre en la guerra de Vietnam, perturbador pensar en cada gota de sangre que se derramó, toda la desesperanza y gritos al creador de todo pidiendo que pare con esa masacre, una sensación de tristeza incurable, de haber tocado fondo y pedir de rodillas que pare esto que causa tanto dolor.
Comencé a notar un olor a lavanda; era la chica del café prendiendo un incienso; ¿podemos ser amigas? Pensé.
-Qué noche tan acuática no? Dijo ella
-Si, podría ser peor, sentí que no tenía sentido seguir corriendo, estaban cerrados y sin luz la mayoría de los locales
-Bueno, ya estás a salvo un rato. ¿Te molesta la música?
-No, para nada, me recuerda a mi papá.
-Papá rockero eh, el mío igual, ¿cómo se llama? -
Llamaba, falleció hace más de 6 meses, se llamaba Elías.
Noté cómo tensaba los nudillos hacia adentro de la palma de mi mano al decir “falleció” ,sentí que lo decía sobre alguien ajeno a mí, no podía ser real.
-lo siento mucho de verdad, dijo ella
-No te preocupes, a veces ni yo me lo creo, siento que constantemente está conmigo
-Y te cuida todos los días, dijo
-Tú crees?, pregunté con sarcasmo
-¿Por qué lo dudas?
-Es que, no me he sentido muy cuidada últimamente , parece que todo juega en mi contra
-No digas eso, no debe ser tan malo, piensa que al menos no estás desahuciada.
-A veces como si lo estuviera, muerta, pero en vida; no tengo trabajo, perdí hace poco a mi papá, alejé a mis amigos por estar demasiado triste, me pusieron el cuerno y bueno, iba a adoptar un perro, pero me hablaron del albergue para decirme que amaneció muerto.
-Aún así, podría ser peor créeme, nada de eso tiene que ver contigo.
La tormenta arreciaba cada vez más fuerte, azotaba árboles y cables de alta tensión a su antojo, se oían claxons afuera y sentía que no iba a parar, cuando se escuchó un estruendo que nos cortó la conversación, fue el trueno más horrible del mundo, tal vez en china se escuchó también. Y pocos segundos después un rayo iluminó de azul el cielo y la cara de la chica con las manos tatuadas, después hubo silencio y obscuridad completa.
-Ay no, la luz, voy a tener que ir por una vela…
-¿Quieres que te alumbre con mi teléfono?
-No, está bien, conozco el camino, dame 5 minutos
Regresó en 3, con las velas que vi en el baño y un encendedor, poco a poco el local se iluminó a la antigua y la luz nos daba la sensación de estar en un lugar más tranquilo y a la vez sombrío. Volteaba a las ventanas y parecía una escena post apocalíptica, no había nadie en la calle y la lluvia bailaba sobre nosotros.
-Bueno, al menos no eres él.., dijo y señalando a un hombre que parecía indigente recargado a un poste, la lluvia no parecía importarle
-No creo que la esté pasando bien, pero bueno, ya no creo que sienta nada, eso si es estar muerto en vida
-No creo que no sienta, dije
-No lo sé, ha estado en el mismo lugar desde que me acuerdo, era dueño de uno de los departamentos, pero por alguna extraña razón lo desalojaron, se dedicó a vaciar todas las botellas de alcohol que pudo y ahora, bueno, ahí está, supongo que eso si es rendirse
-Porque dices que nada de eso tiene que ver conmigo?
Me miró extrañada hasta que se dio cuenta de a qué me refería
-Porque nada de eso pudiste detenerlo, inexorable simplemente o me equivoco?
-Pues si, pero no fue justo, cada cosa dolió como si me enterraran algo
La chica se paró y encendió algunas otras velas de atrás mientras se asomaba por la ventana.
-No puedes vivir a expensas de querer controlarlo todo
-Pero no puedo evitar ahogarme en preguntas, dije
-Y ni así encontrarás la respuesta de todo. ¿Has oído de esa fábula que habla sobre una serpiente que muerde a un hombre?, pero él en vez de correr al hospital, corrió detrás de la serpiente para preguntarle por qué lo hizo; murió a la mitad del camino y la serpiente siguió mordiendo gente.
-A veces pido que me lean el tarot porque me urge una respuesta…
-Ese no es problema, dijo. Yo te puedo leer ahora mismo las cartas, pero solo depende de ti lo que sigue, las cartas solo leen el presente, pero todo es cambiante dependiendo lo que hagas
Pensé en todas las cosas que cambian a diario en mí, pero no me podía concentrar más que en ella, qué ojos, qué pecas, qué lunares…
Puedes leerme ahora?
Y en efecto, lo hizo, sacó una baraja y se sentó frente a mí. Barajeó un par de veces hasta que sacó una carta
-uy, la torre
-¿Qué significa?, es buena, mala? Porque por la cara que hiciste es mala no?
-No no, tranquila; ves? Lo que intento que veas es que si te sugestionas ahí ya no vas a seguir con tu vida normal. La torre habla de destrucción de los cimientos para construir algo nuevo, cambios radicales y difíciles
Para estos momentos me cuestioné que tan buena idea seguía siendo que me leyera las cartas, además pensé que realmente ya nada podía salir peor.
-si te soy sincera, ya no quiero oír más, de verdad parece que mi mala suerte nunca va a terminar…
-Tienes mucha ira dentro de ti, tus ojos me dicen que estás a punto de golpear al primer desafortunado.
Y sí, ni como negarlo, parecía mi momento en el que todos mis karmas de vidas pasadas los estaba pagando, me sentía triste constantemente y perdida.
-Es que… siento que yo hago de todo para poder sonreír, pero parece que el universo me hace un chiste y termino llorando por algo
-Si tu problema es todo lo exterior, déjame decirte que es una decisión diaria lo que nos afecta, aunque también puedes culpar y quejarte de todo y de todos, pero nunca vas a terminar. Tienes que aprender a bailar en la lluvia, me explico?
Mientras ella hablaba, yo ya no sentía frío, no me había percatado que la lluvia había parado y mis manos no se sentían heladas, pero no había notado que el calor venía de ella, me había tomado la mano desde que soltó las cartas y ni cuenta me dí.
-Hace cuánto dejó de llover?, perdón es que, me distraje
-Hace un rato, creo que ya te entretuve mucho
Vi el reloj y eran las 9:30, tenía que caminar todavía unas cuadras y buscar el transporte, pero algo me dijo que habían pasado horas y yo jamás lo noté, nunca sentí incomodidad. Levanté mis cosas y me apresuré rápido a ponerme la chamarra.
-me tengo que ir, dije
-Está bien, supongo que cerraré también aquí, pero ¿estás bien?
De pronto con tanto ajetreo no me di cuenta de lo descortés que fuí, la chica me había hecho sentir lo que no sentía hace bastante; que tenía un lugar a donde ir, algo que se sintiera correcto y cálido.
-si… de hecho, gracias, hace mucho que corro sin saber a dónde ir y parece que llegar aquí fue algo necesario
-Eres bienvenida cuando quieras
Comencé a salir, pero cuando estaba por salir algo me detuvo, tenía algo pendiente, me giré y le dije
-¿Cómo te llamas?
-Adin
-Sé que voy a regresar de verdad, son pocas las personas que se sienten como si no hubiera caos
-¿Es mal momento para decirte que me atraes mucho aunque no te conozca…?
-No, pero ahora me tengo que ir, volveré a buscarte… De verdad
Pero antes me giré y la besé, se sentía cálida, sentí cómo me correspondía y era lo correcto, sentí que quería eso desde que la ví; pero tenía que irme…
Me despedí de esas pecas, de esos ojos profundos, y de esas manos tatuadas y me di la vuelta.
Han pasado unos años y hay días que despierto soñando lo mismo, recordando cómo conocí a Adin. Me calmó en noches que parecían tormentas. Adin, quien se sentía como mi hogar y había fallecido hace meses por culpa de un accidente en coche una noche que llovió como si el cielo se fuera a caer. Adin, quien fue la persona que paró mi lluvia muchas veces, pero que una tormenta me arrebató.